domingo, 31 de enero de 2021

KARLA SOFÍA | Adiós Pueblo de Ayacucho

Adiós pueblo de Ayacucho

 

«Adiós pueblo de Ayacucho» es un popular huayno peruano, considerado un himno en el departamento de Ayacucho. ​ De autoría anónima, fue grabado por primera vez en 1930 por el ayacuchano y maestro arpista Estanislao Medina en Lima.

Teorías sobre su autoría

Manuel Acosta Ojeda postuló dos posibles teorías sobre el origen de este huayno, la primera fue relatada por Florencio Coronado en una entrevista en el programa radial de Ojeda en Radio Nacional, El heraldo musical, en la que afirmó que este tema fue dedicado a la victoria de los patriotas sobre los realistas en la Batalla de Ayacucho (1824), la segunda hipótesis, postulada por Raúl García Zárate, cuenta que la composición fue inspirada en el militar Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, el Brujo de los Andes, héroe de la Breña y político muy apreciado por los quechua hablantes, quien tras ser derrotado por Nicolás de Piérola en la guerra civil de 1894-1895, se refugió en Huamanga, de donde fue expulsado.

 

Otra versión popular se refiere al sacerdote José Medina Gálvez

 

En su libro Literatura de Huancavelica. La voz del trueno y el arco iris (2012), el docente huancavelicano Isaac Huamán recoge dos autores (Bruno Castellares en 1925 y Federico Salas en 2008) quienes afirman que el autor sería un tal Luis Uchurri quien enamorado de una bella huamanguina de nombre Perla.

Era la viuda Perlacios, más conocida como Perla, que frecuenta la parroquia Santa María de la Magdalena que está a cargo

del sacerdote José Medina Gálvez, a quien visita con frecuencia la viuda Perlacios (Perlita) de quien el párroco se enamora locamente porque la viuda, era una mujer muy bella, por cierto, cuya relación se hace público muy pronto. Al respecto Rivera y González manifiestan que:

“Las autoridades eclesiásticas juzgaron, casi en forma sumaria, y sancionaron al cura con el exilio de Ayacucho y arrepentimiento sirviendo en una parroquia lejana y de menor jerarquía. Así, el sacerdote pecador fue destinado al pequeño pueblo de Julcamarca, a donde marchó el apasionado enamorado y, en su primera pascana, el pueblo de Huanta, con despecho, profunda y lacerante tristeza, se entregó al licor, creyendo encontrar sosiego en este. Entre libaciones trágicas y acompañado de su guitarra inició una especie de panegírico de amor, en las melodías de un wayno, desgarrador y dramático su protesta en los arpegios de su inspirado amor herido”